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La Turquesa se trata de un mineral de color azul brillante que le hace ser una piedra preciosa y elegante, en especial cuando se combina con plata. Es un fosfato de cobre y aluminio que presenta una dureza de entre 5 – 6 en la escala de Mohs y es un mineral muy escaso por su gran valor y calidad.

Este mineral procede de distintos procesos de alteración que se producen en los climas áridos, especialmente de las piedras o rocas sedimentarias que son ricas en apatito.

En cuanto a los yacimientos de la Turquesa, ésta tiene su yacimiento más antiguo en Nishapur (norte de Irán). En la actualidad, puede encontrarse en la zona de los Estados de Nuevo México, Arizona, Nevada, Colorado o California, en los Estados Unidos.

La Turquesa presenta dicho nombre porque tiene origen francés “Pierre turquoise” que significa “piedra turca”. La bautizaron así porque hicieron su descubrimiento en Irán.

Este mineral es muy popular en el mercado ya que, en muchas ocasiones, les realizan tratamientos e imitaciones. Algunas son muy complicadas de detectar.

Características

La Turquesa tiene un color azul cielo brillante, pero también puede ser azul-verdoso y verde manzana, siendo el azul cielo el más común y el verde el más extraño. Las gemas normalmente son combinadas con otros colores como el marrón, gris o franjas negras y se denominan matriz turquesa.

El color de las turquesas puede cambiar de tonalidad pasando de tonos azul a azul-verdoso o a verde-amarillento. Todo dependerá de la cantidad de cromo, cobre o hierro.

La Turquesa siempre se ha considerado como una piedra que sana nuestro ser, ya que permite tener al cuerpo y al espíritu el bienestar que necesita. Es una piedra que se ha utilizado como amuleto desde la antigüedad porque se considera una piedra protectora.

La energía de la Turquesa es muy suave y fresca, por lo que es un mineral perfecto para los niños.

¿Cómo limpiar la Turquesa?

La Turquesa al ser una piedra preciosa y frágil, puede dañarse muy fácilmente por lo que es necesario usar los productos apropiados a la hora de limpiarla. Para muchas gemas el jabón es un producto que se puede utilizar, en cambio, para la Turquesa no es adecuado.

Para activar y limpiar la Turquesa podemos seguir los siguientes pasos: en primer lugar, se puede sumergir un paño suave en agua clara, es decir, sin ningún tipo de producto. En segundo lugar, enjuagar y secar la turquesa, siempre con un paño suave para no dañar la superficie de la piedra; y en tercer lugar, dejarla al aire libre pero alejada de la luz del sol.

Si la piedra es utilizada todos los días, lo adecuado es limpiarla una vez a la semana.