Se pueden utilizar diversidad de técnicas para añadir piedras a nuestras piezas de joyería, siendo el engaste una de las formas más seguras. Uno de los engastes más antiguos que existen es el conocido engaste bisel, es una técnica que permite ofrecer a nuestra pieza un aspecto contorneado y con un toque retro. Asimismo, contamos con otro tipo de engaste conocido como engaste en tensión que ofrece una sensación de “piedra flotante” en nuestros anillos.

            Engaste bisel.

Este engaste es una de las técnicas más conocidas y populares gracias a su aspecto, ya que presenta un aspecto retro, pero a la vez moderno. Es un diseño que viene ideal para aquellas personas que tienen un estilo de vida activo gracias a la solidez que ofrece la composición de la pieza.

El engaste bisel o boquilla, como también se conoce, presenta un aro de metal que rodea el perímetro de la gema. Su construcción consiste en doblar una lámina de metal muy fina sobre la piedra de forma que quede encerrada por un borde metálico. Se trata de una técnica muy laboriosa ya que debe quedar equilibrado, principalmente se considera muy difícil la composición del engaste a bisel en piedras con caras y ángulos.

Es un engaste muy seguro que permite proteger las aristas que integran las piedras y se encuentra diseñado especialmente para piedras opacas o poco traslúcidas. Es una técnica que puede utilizarse para casi todas las tallas, pero tiene más facilidad a la hora de su montura para piedras con formas redondas u ovaladas.

Para este tipo de engaste se pueden seleccionar tanto piedras preciosas como piedras semipreciosas, ambas quedan ideales. La ventaja de los anillos con piedras semipreciosas es que son más económicos y pueden ser accesibles a un número mayor de compradores.

 

            Engaste en tensión.

Otra variedad de engaste es el engaste en tensión que ofrece un diseño muy moderno. Se denomina así porque la banda de metal del anillo que sostiene a la piedra ejerce presión sobre ella, de tal forma que da la impresión de estar flotando.

Este tipo de engaste da la sensación de falta de sujeción, como si la piedra se fuera a caer en cualquier momento, pero, todo lo contrario, en realidad la piedra se encuentra perfectamente sujeta y segura. La piedra se encuentra sujeta gracias a unas muescas que se tallan en cada extremo de la banda de metal para evitar su desprendimiento.

Las piedras que suelen utilizarse en el engaste en tensión tienden a presentar una dureza de 9 o más en la escala de Mohs, como el diamante, el rubí o el zafiro, ya que son piedras difíciles de romperse. Asimismo, es de vital importancia que, tras la construcción del anillo, este quede con la tensión suficiente para evitar la caída de la piedra.

El engaste en tensión tiene una ventaja y es que permite admirar la piedra de forma absoluta y completa, aunque también presenta un inconveniente, y es que será necesario para dicha pieza seleccionar una gema lo más perfecta posible en cuanto a talla y forma. Esto es necesario debido a que las imperfecciones que la piedra pueda presentar serán interceptadas de forma más fácil. Es un engaste que suele ser combinado en talla princesa o esmeralda y con diamantes redondos.

Debido a que la piedra no se encuentra rodeada por metales, es muy fácil de limpiar. Sin embargo, los anillos de diamantes en tensión suelen tener tendencia ensuciarse más y están expuestos a golpes y arañazos dando lugar, si no se tiene el cuidado correspondiente, a un aspecto demacrado y aburrido.

 

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